Es la segunda vez que sale la Santísima Virgen de la Soledad a procesionar en Semana Santa por las calles de Badajoz tras el Jueves Santo. En la noche del Viernes Santo la Virgen procesiona esta vez sola, sin palio y sin joyas, en la procesión llamada del Rosario.
Desde que la Virgen llegó a su Ermita en 1664 de la mano de su auténtico valedor que encargó la imagen a Nápoles, el Duque de San Germán (Francisco de Tutaville y de Tufo), la devoción, el culto y el cariño hacia Ella, han sido una constante en la ciudad a lo largo de los siglos.
En el s. XVIII ya se reflejaba la obligación de sacar el Santo Rosario por las calles de Badajoz todas las noches del año. Este hecho serviría de origen al actual desfile procesional, del que se tienen datos concretos desde 1871.
Durante varios años de principios del s. XX, a la Virgen se le daba culto en la Catedral hasta terminar las obras de su nueva Ermita. En 1933 y ante la imposibilidad de salir por la prohibición republicana, realiza la procesión por el claustro de la Catedral. En 1935 es trasladada a su nueva Ermita en una procesión sin precedentes en Badajoz por la gran afluencia de público durante todo el recorrido.
En 1939, el público llega a colapsar la salida de la procesión al acudir en masa a la Ermita para tributarle su agradecimiento por la llegada de la paz, permaneciendo tres días de triduo en la Catedral. Desde 1940 la procesión del Rosario adopta un horario muy similar al actual. Le acompañaban tantos devotos que cuando los nazarenos de regreso empezaban a entrar en la ermita, el paso de la Virgen de la Soledad aún se encontraba en la calle San Juan.
Hay que indicar, que es el único paso de Badajoz que siempre ha caminado con costaleros y que, en muchos casos, el amor y devoción a la Virgen, hace que, los puestos en las trabajaderas pasen de padres a hijos.